/ septiembre 23, 2024

Seguramente lo primero que se te vino a la mente al leer el título fue alguna sustancia/alimento que produce una alteración en el estado de conciencia y genera algún tipo de alucinación. Pero ¿qué pasaría si te dijera que la fibra de los alimentos (sí esa… la de la avena, las manzanas, los frijoles) posee
efectos psicobióticos?

Primero habría que definir qué es un psicobiótico: los psicobióticos pueden ser probióticos (microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped) o prebióticos (un sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del huésped y confiere un beneficio para la salud; algunas fibras dietarias son consideradas prebióticas) que afectan las relaciones entre las bacterias intestinales y el cerebro. Los psicobióticos tienen efectos antiansiolíticos y antidepresivos caracterizados por cambios en las emociones y la cognición. Entonces la siguiente pregunta que te estarás haciendo es: ¿y a poco la fibra dietaria puede ayudarme con mi estado de ánimo? Y lo siguiente pregunta sería ¿pues cómo le hace?

El eje “microbiota-intestino-cerebro”

Entre las frases que más se repiten en los textos actuales que se refieren cuando hablan de la microbiota intestinal, destacan “el intestino es nuestro segundo cerebro”. El sistema nervioso entérico (SNE) es el componente más grande del sistema nervioso autónomo, con un número de neuronas que supera a las presentes en la médula espinal. Al SNE se le ha llamado el “segundo cerebro” dada su autonomía y su notable diversidad de neurotransmisores. Con su descubrimiento se ha buscado comprender la relación bidireccional del eje intestino-cerebro. Aunado a lo anterior se ha buscado comprender el papel que desempeñan los microorganismos que componen la microbiota intestinal en esta red de interacción bidireccional. La evidencia reciente sugiere que la bacterias intestinales son capaces de modular la función cerebral a través del eje “microbiota-intestino-cerebro”, pero su mecanismo de acción sigue siendo poco conocido. Algunos autores señalan que las bacterias intestinales participan en la síntesis o estimulan la producción de neurotransmisores y productos neuroactivos como dopamina, noradrenalina, GABA y serotonina.

Las bacterias intestinales también regulan las concentraciones de serotonina a través del metabolismo del aminoácido triptófano. En general, el metabolismo del triptófano mediado por las bacterias intestinales parece ser uno de los factores cruciales en el “eje intestino-cerebro”. La serotonina, también conocida como “la hormona de la felicidad”, es un importante neurotransmisor que modula el estado de ánimo, la cognición, el aprendizaje, la memoria y otros procesos fisiológicos, y tiene un papel importante en la etiología y el tratamiento de la depresión. En el intestino, la serotonina regula los movimientos intestinales y la secreción de moco. En el sistema nervioso, modula el estado de ánimo, la cognición y el sueño. De forma interesante, se ha observado que los ácidos grasos de cadena corta producidos por las bacterias intestinales a partir de la fermentación de la fibra dietaria, pueden modular los niveles periféricos de serotonina. Así entones, tener bajas concentraciones de serotonina o consumir una dieta baja en fibra o triptófano se han asociado a estados de depresión y ansiedad. Debido a estos efectos de la fibra dietaria en este eje “microbiota-intestino-cerebro” algunos autores llaman a la fibra un psicobiótico.

Aunque los candidatos psicobióticos más tradicionales, como los suplementos probióticos y prebióticos, son enfoques prometedores, el uso de enfoques dietéticos ofrece varias ventajas. Esto incluye los beneficios asociados con satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales a través de una dieta correcta, además es una forma más accesible y menos costosa para acceder a estos beneficios. Los estudios centrados en patrones de alimentación han encontrado que un “patrón de alimentación occidental” caracterizado por un alto contenido de grasa saturada, azúcares refinados y un bajo consumo de fibra se han asociado con una menor abundancia de bacterias implicadas en la fermentación de fibra y en la producción de ácidos grasos de cadena corta. Por el contrario, el apego a un patrón de alimentación de tipo mediterráneo, basado esencialmente en alimentos de origen vegetal, con todo tipo de verduras, frutas, leguminosas, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva y un consumo equilibrado de carne roja, productos lácteos y grasa saturada, restablece la población de bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta y se asocia a menores síntomas depresivos y mejor función cognitiva (Figura 1)

Figura 1. Eje microbiota-intestino-cerebro. 1) Consumo de patrones de alimentación que contengan alto contenido de fibra soluble e insoluble, un ejemplo es la Dieta de la Milpa. 2) El humano no puede digerir ni absorber la fibra, en consecuencia, la fibra termina en el intestino grueso, donde su efecto depende si es soluble o insoluble en agua. En el caso de lasfibras solubles como pectina, β glucanos galactomananos, fructooligosacáridos, entre otros, puede ser empleada por la microbiota intestinal para la producción
de metabolitos como ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato, butirato, entre otros). Las fibras insolubles ayudan a tener heces más firmes y con mayor volumen. 3) Los ácidos grasos de cadena corta producidos por la fermentación de la fibra soluble estimulan a las células enteroendócrinas del intestino y favorecen la liberación de serotonina (5-hidroxitriptamina, 5HT). 4) La serotonina, también conocida como “la hormona de la felicidad”, regula los movimientos intestinales y la secreción de moco. En el sistema nervioso, modula el estado de ánimo, la cognición y el sueño. 5) El eje intestino-cerebro es un sistema de retroalimentación bidireccional, ya que el cerebro también secreta serotonina con efecto en el intestino, el cual se encuentra compuesto por el sistema nervioso central, el entérico, el autónomo,el neuroendocrino y el sistema inmune.

Una de las preguntas más frecuente es: ¿Cómo puedo seguir un patrón de alimentación mediterráneo cuándo vivo en México?, la respuesta se encuentra en “La Dieta de la Milpa”. Este patrón de alimentación es de origen mesoamericano, que tiene como centro nutritivo-cultural a los productos de la milpa (maíz, frijol, chile y calabaza), más el resto de los alimentos de origen mesoamericano (diversidad de verduras, frutas, leguminosas, semillas, cereales integrales, frutos secos, y alimentos de origen animal). A pesar de que no existen tantos estudios como los de la dieta mediterránea, los estudios señalan que los componentes de “La Dieta de la Milpa”, se asocian al incremento en la diversidad bacteriana, mayor producción de ácidos grasos de cadena corta por parte de las bacterias intestinales, y al mantenimiento de la barrera intestinal, debido a la producción de moco intestinal.

Fibras dietarias: solubles e insolubles

Con lo que respecta a la fibra dietaria, la cual se obtiene a partir de frutas y verduras, leguminosas, semillas, panes integrales y cereales, es un término que comprende varios tipos de hidratos de carbono que el intestino delgado no puede digerir ni absorber. En consecuencia, la fibra dietaria termina en el intestino grueso, donde dependiendo si la fibra es soluble o insoluble en agua, puede en el caso de algunas  fibras solubles ser fermentada por la microbiota intestinal para la producción de ácidos grasos de cadena corta y en el caso de la fibra insoluble ayuda a tener heces más firmes y con mayor volumen, además de que estimula los movimientos del intestino. La fibra soluble está representada por pectinas, gomas, mucílagos y algunas hemicelulosas y su principal característica es su capacidad para atrapar agua y formar geles viscosos. Algunos alimentos que la contienen son: avena, semilla de chía, plátano, nueces, cacahuates, manzana, cebollas, ciruelas pasas, papaya, frijoles, lentejas, champiñones, garbanzos, hongos, entre muchas otras verduras, frutas, y leguminosas. Con lo que respecta a las fibras insolubles (celulosa, hemicelulosas y lignina) estas las podemos encontrar en las cáscaras de la frutas y verduras, en los cereales integrales, es decir aquellos cereales que les han quitado muy poco de su cascarilla (avena, trigo, arroz, maíz). Si bien no todas las fibras producen los mismos efectos, el consumo de fibra dietaria está relacionado con efectos benéficos sobre los procesos cognitivos, permeabilidad intestinal y la función de barrera del moco intestinal. Los datos sugieren que algunos aspectos de la cognición, como la atención, y el funcionamiento ejecutivo, pueden restaurarse con el consumo de fibra dietaria.

El futuro de la investigación del eje microbiota-intestino-cerebro

A la fecha, existe evidencia de una asociación entre la microbiota intestinal y la conectividad cerebral, sin embargo, “no todo está dicho”, y aún hacen faltan ensayos clínicos aleatorizados y/o estudios preclínicos longitudinales que nos permitan profundizar en el entendimiento sobre el mecanismo de los patrones de alimentación y los distintos tipos de fibras sobre el estado de ánimo, los procesos cognitivos, y la salud mental.

Por el momento, ya sabes que puedes mejorar tu estado de ánimo echando mano de tu alimentación. Porque ya lo decía el buen Hipócrates “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”.

Referencias

1.            Berding, K., et al., Feed your microbes to deal with stress: a psychobiotic diet impacts microbial stability and perceived stress in a healthy adult population. Mol Psychiatry, 2023. 28(2): p. 601-610.

2.            Gershon, M.D., The enteric nervous system: a second brain. Hosp Pract (1995), 1999. 34(7): p. 31-2, 35-8, 41-2 passim.

3.            Rathour, D., et al., Role of gut microbiota in depression: Understanding molecular pathways, recent research, and future direction. Behav Brain Res, 2023. 436: p. 114081.

4.            Gonzalez Olmo, B.M., M.J. Butler, and R.M. Barrientos, Evolution of the Human Diet and Its Impact on Gut Microbiota, Immune Responses, and Brain Health. Nutrients, 2021. 13(1).

5.            Paiva, I.H.R., E. Duarte-Silva, and C.A. Peixoto, The role of prebiotics in cognition, anxiety, and depression. Eur Neuropsychopharmacol, 2020. 34: p. 1-18.

6.            Dalile, B., et al., The role of short-chain fatty acids in microbiota-gut-brain communication. Nat Rev Gastroenterol Hepatol, 2019. 16(8): p. 461-478.

7.            Biruete, A., et al., Dieta de la Milpa: A Culturally-Concordant Plant-Based Dietary Pattern for Hispanic/Latine People with Chronic Kidney Disease. Nutrients, 2024. 16(5).

8.            Gill, S.K., et al., Dietary fibre in gastrointestinal health and disease. Nat Rev Gastroenterol Hepatol, 2021. 18(2): p. 101-116.

9.            Torre, D., K. Verbeke, and B. Dalile, Dietary Fibre and the Gut-Brain Axis: Microbiota-Dependent and Independent Mechanisms of Action. Gut Microbiome, 2021. 2: p. 1-39.

10.         Azuma, N., et al., Effect of Continuous Ingestion of Bifidobacteria and Dietary Fiber on Improvement in Cognitive Function: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled Trial. Nutrients, 2023. 15(19): p. 4175.

Dra. Berenice Palacios González

Investigador en Ciencias Médicas “D”, SNI II

Lab. Genómica del Envejecimiento, INMEGEN-CIE-Cinvestav Sur

En el laboratorio estudiamos el efecto de trasplantes fecales, proveniente de distintos fenotipos humanos, sobre el desarrollo o prevención de obesidad y deterioro cognitivo. Actualmente estamos interesados en el estudio del consumo de fibras solubles sobre el deterioro cognitivo y el envejecimiento saludable. Así como el estudio de patrones de alimentación sobre la microbiota intestinal de adultos mayores.

La doctora Palacios, cuenta actualmente con un financiamiento otorgado por la  “Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México” (SECTEI/227/2021).

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